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No dijo nada, esperando que ellas hablasen primero. Las ancianas lo estudiaron con cuidado con ojos cansino?. Eran humanas, pero caricaturas deterioradas por la edad y por el descuido en su arreglo personal. Susurraron entre ellas ron las huesudas barbillas temblando y le señalaron con largos y sucios dedos. Luego ce arrellanaron en sus tronos y la del centro habló: Somos la Suprema Alteza, La espiral ya se lo había dicho. ¿Qué tal, señora? dijo Dave . Bienvenidas a Tejas. Se daba cuenta entonces de que estaba nervioso, de que podían aquellas mujeres se lo bastante salvajes como para matar a sus prisioneros, y consideró exagerado hablar el inglés Tejano tan provocativo . Estamos muy orgullosos de tenerlas con nosotros. Las tres ancianas discutieron entre sí, la del medio volvió a hablar. Estamos acostumbradas a que se nos trate de Suprema Alteza, jovencito. Bueno, señora dijo Dave , sin faltarlas al respeto, Tejas es una democracia, como los Estados Unidos y aquí no tenemos personas de sangre real... excepto los reyes del petróleo y los monarcas ganaderos... pero, incluso en Inglaterra, donde tienen reina, es propio dirigirse a la soberana con el tratamiento de señora, así que no espere usted otra cosa. ¿Piensan pasarse mucho tiempo en su visita? Hubo más murmullos entre las ancianas. Somos nosotras quienes hacemos las preguntas, jovencito dijo la del centro . ¿Cómo te llamas? Se lo dijo pero no le dijo nada más y al mismo tiempo aprendió muy poco de ellas. Tuvo la impresión de que habían estado en contacto con las otras espacionaves y que se les había dicho cuanto averiguaron las enviadas de Lyru, Pero las Crones eran viejas diablas agudas e inteligentes y si una de ellas parecía dispuesta a marcharse de la lengua, las otras dos se la hacían callar de inmediato. Por su parte, Dave siguió desempeñando el papel del Tejano bueno pero lamentablemente estúpido y la entrevista culminó con una insatisfacción mutua. Las Crones se reunieron con dignidad y salieron por detrás de la cortina. Las de Lyru, que habían estado boca abajo todo el tiempo, se levantaron ahora y siguiendo las órdenes de la espiral, se llevaron a Dave por los corredores. Después de muchas vueltas y revueltas, más de las que sospechó que fuesen las necesarias, estaba perdido por completo. La espiral mandó el ¡alto ante una de la serie de puertas de tamaño ordinario. Las Lyru la abrieron, le empujaron dentro y cerraron a sus espaldas. No percibió ningún sonido de cerradura pero cuando trató de abrir, la puerta no cedió. La habitación medía unos dos metros por tres y medio. Las paredes, techo y suelo eran de la misma sustancia metálica negra de que estaba construida la espacionave. Había una luz cuya fuente no pudo descubrir. Luz indirecta, escasa, pero suficiente para leer, si hubiese tenido algo con que hacerlo. Parecía no haber apretura por ninguna parte para la ventilación, pero el aire era fresco y así permaneció. El único mueble, si es que así podía llamarse, era una plancha de material negro alzada a un par de palmos o un poco más del suelo y que tenía algo más de dos metros de longitud. Parecía tan dura como el cemento, pero cuando se sentó la halló sorprendentemente cómoda. Parecía ceder ligeramente a cualquier presión que se ejerciese contra la substancia. Un examen completo de la habitación mostró que no había posibilidad de escape sin ayuda exterior, así que se tumbó sobre la plancha a pensar, y se durmió casi al instante. Be despertó al oír que pronunciaban su nombre. No tenía la menor idea de cuánto tiempo había estado durmiendo. Ahora se daba cuenta de que se olvidó de ponerse el reloj cuando Lori le raptó desde el Rancho Escondido. Se sentó y vio que la mitad, superior de la, puerta, estaba abierta. Pero cuando se acercó halló que meramente se había hecho transparente. Lori estaba plantada en el exterior. Hola, David Hull dijo ella. Lori sonreía. IX ¿Estás sola? preguntó Dave. A través de la parte superior de la puerta podía ver únicamente parte del corredor. Sí contestó Lori . Vine para ver si estabas bien instalado. Físicamente, sí, a pesar de la naturaleza espartana de mi celda. Mentalmente, no; quiero salir de aquí. ¿Puedes abrirme la puerta? No. ¿Dónde está la pistola? Quizá podrías romper la cerradura de un balazo. Tuve... tuve que entregarla. ¡Oh! exclamó el periodista . De todas maneras no hay motivos para creer que me ayudarías a escapar, puesto que fuiste tú quien me trajo. ¿O sí los hay? ¿Te castigaron por haber sido capturada? Sólo unos pocos latigazos dijo la chica . No fue nada.
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